Opinión | 8M, un año después

«Como industria del salmón, la pandemia cambió todo lo planificado»

Columna de Marcela Bravo, jefa de proyectos de SalmonChile. Publicado el 10 de marzo de 2021 en El Llanquihue de Puerto Montt

Hace un año no llegábamos a dimensionar la emergencia sanitaria que vendría y que desencadenaría el retroceso de una década en participación laboral femenina.

Tampoco visualizábamos que se evidenciaría con más fuerza que el trabajo doméstico no es compartido y que muchas tendrían que quedarse en casa para cuidar a sus familias o multiplicarse en el teletrabajo.

Pero no todo fue negativo en esta pandemia.

El buen manejo de la crisis sanitaria por parte de las gobernantes de Alemania y Nueva Zelandia evidenció la efectividad de un estilo de liderazgo distinto a lo acostumbrado.

En Chile también florecieron nuevos liderazgos de mujeres, sin ir más lejos, recientemente ha sido nombrada la primera mujer a cargo de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura.

Y en la industria también pudimos ver la fuerza del liderazgo femenino encarnado en las dirigentas que lideran de manera valiente y desinteresada distintos sindicatos de trabajadores del salmón.

A nivel local como industria del salmón, la pandemia cambió todo lo planificado, y el foco estuvo puesto en asegurar la salud de los trabajadores y permitir la continuidad operacional que, aunque no siempre fue comprendida por todos, fue muy importante para mantener los puestos de trabajo en las regiones salmoneras y para esas más de 20.000 mujeres que trabajamos en la industria.

A pesar de las dificultades, hay que destacar el compromiso de nuestros asociados por continuar en el camino que iniciamos hace diez años, concretando distintas acciones como la creación de comités internos, planes de carrera para mujeres dentro de las compañías y capacitaciones, entre otros.

A un año de esa histórica marcha, las reivindicaciones de las mujeres no han avanzado con la velocidad que todos quisiéramos, pero hemos avanzado en entender que el problema de equidad de género es real.

Seremos una mejor sociedad, más diversa, productiva y feliz en la medida en que se redistribuyan los roles tradicionales de género, que no existan diferencias de ingresos sólo por el género, que existan reales incentivos a la contratación de mujeres y que no sea necesario marchar para ser escuchadas.

Necesitamos generar profundos cambios culturales y para eso se requieren hombres y mujeres dispuestos a liderar esos cambios.

No podemos esperar a que otro lo haga, todos estamos llamados a ser agentes de cambio y hacer de nuestra comunidad un mejor lugar, donde mujeres y hombres tengamos la oportunidad de desarrollar al máximo nuestros talentos y alcanzar nuestros sueños.

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